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De mi puño y letra
Hasta donde me alcanza la memoria puedo asegurar que crecí con la necesidad de contarlo todo: lo que veía, lo que vivía y hasta lo que imaginaba.
Primero fueron los dibujos de la infancia; luego los tímidos escritos de la adolescencia que se acabarían por convertir en una pasión que todavía cultivo. Pero en algún momento creí que las palabras no servían para describirlo todo, hice mío aquel dicho de "una imagen..." y comencé a retratar todo aquello que era incapaz de plasmar en papel.
Descubrí en la fotografía el diccionario de las palabras perdidas. El complemento ideal para seguir haciendo lo que siempre he necesitado: contarlo todo con "más que mil palabras".
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